Novecentismo y Vanguardias

Esquema

1. Introducción
    a) Definición
    b) Contexto histórico
    c) Contexto literario: las Vanguardias
2. Rasgos comunes del Novecentismo
    -Racionalismo
    -Antirromanticismo
    -Defensa del “arte puro”
    -Aristocratismo intelectual
    -Estilo cuidado
3. Obras y autores
    a) Ensayo
         -José Ortega y Gasset
    b) Novela
        -Gabriel Miró
        -Ramón Pérez de Ayala
        -Ramón Gómez de la Serna
    c) Poesía
       -Juan Ramón Jiménez
4. Conclusión


Tema
    Bajo este rótulo se conoce un movimiento cultural formado por autores nacidos en los años 80 del s. XIX, que buscan reafirmar lo propio del nuevo siglo XX rechazando lo característico del anterior: Romanticismo, Realismo e incluso el Modernismo. Varios acontecimientos políticos van a protagonizar las primeras décadas del siglo. En Europa, la 1ª Guerra Mundial y la Revolución Rusa; en España, el final del la Restauración, la dictadura de Primo de Rivera y el advenimiento de la Primera República y el pregresivo enfrentamiento de las dos Españas que terminará en la Guerra Civil.
   Junto a ello, se vive también desde 1910 hasta la guerra, un periodo de efervescencia cultural y artística agrupado con el nombre de Vanguardias. Son movimientos que se suceden vertiginosamente y que inauguran una nueva forma de entender el arte, lo que Ortega y Gasset bautizó como "deshumanización". La obra de arte ya no se va a valorar en función de una mejor o peor imitación de la realidad, sino en función de la capacidad de crear realidades nuevos, objetos autónomos. El primer movimiento que cabe mencionar es el Expresionismo. Nacido en Alemania, expresa su angustia y horror por los terribles acontecimientos que se vivían, en particular, la 1ª Guerra Mundial, a través de la deformación de los motivos o los personajes. En seguida, la beligerancia del Futurismo de Filippo Tomaso Marinetti contra todo lo que sonara a caduco captó para la poesía y el arte fuentes nuevas de inspiración como la velocidad, la tecnología o la fuerza. Quizá sea el Cubismo, movimiento nacido en Francia con Picasso y Braque, el "ismo" más sólido desde el punto de vista teórico. Pretende deconstruir la realidad para  reorganizarla y crear realidades autónomas. Tendrá escuela en poesía, por ejemplo, con los famosos caligramas de Guillaume Apollinaire. Dadá, inaugurado por Trstán Tzará, será el movimiento más radical. Busca el arte efímero, el antiarte, basado en la casualidad, la desmitificación del papel del artista y el sentido lúdico. Juegos poéticos como el "cadáver exquisito" se pusieron de moda entre sus cultivadores. En el ámbito hispano, hay que mencionar el Creacionismo, que impulso el chileno Vicente Huidobro y muy próximo a él, el Ultraísmo. El primero pretende liberarse de la esclavitud de imitar a la naturaleza y propone al poeta como "pequeño Dios" capaz de crear objetos artísticos nuevo. El segundo, más ecléctico, acepta las innovaciones de los demás y pone especial atención en la búsqueda de imágenes novedosas y chocantes. A partir del año 25 surge el movimiento más importante, el Surrealismo, en el que se advierte un camino rehumanizador, en el sentido de que vuelve a ser el hombre y sus sentimientos quienes protagonizan los textos. El Surrealismo pretende ensanchar los límites de la libertad creativa explorando el subconsciente. Aparecen así nuevos motivos como los sueños, el deseo sexual, el humor, en asociaciones libres de imágenes a través de lo que denominaban "escritura automática".
     En este clima de furia experimental de las Vanguardias, lo que sin embargo caracteriza a los autores novecentistas es, en primer lugar, el gusto por un arte racional, riguroso y analítico. Desprecian todo lo que recuerde a los excesos románticos, incluidas las nostalgias noventayochistas o la exuberancia fantasiosa modernista. Defienden el arte puro, deshumanizado, desprovisto de sentimentalismo, autónomo, válido por sí mismo. Un arte que será además minoritario, dirigido a una élite que lo comprende y disfruta, lejos del arte para el gran público que fueron el romántico y el realista. Poseen, por último, un estilo cuidado, elegante, que busca la “obra bien hecha”, con un lenguaje pulcro y riguroso, sin dejar por ello de ser brillante.
    De este movimiento destacan los pensadores y ensayistas más que los escritores de ficción. Junto a figuras como Eugenio D'Ors, Manuel Azaña o Gregorio Marañón sobresale José Ortega y Gasset. Ensayos como “Meditaciones del Quijote” o “La España invertebrada” le dieron pronto fama y quizá es “La deshumanización del arte” su obra sobre estética más importante. En ella describe el arte joven como un arte deliberadamente difícil, creador y no imitador, artístico en oposición a sentimental, deshumanizado frente al anterior arte naturalista. Las características que él vio con lucidez en el arte de vanguardia. Su estilo elegante y claro, con frecuentes metáforas y otros recursos retóricos, han hecho ver en él antes a un escritor que a un filósofo.
     No obstante, se puede hablar de algunos grandes novelistas en este grupo. Hay que mencionar a Gabriel Miró, quien cultivó en títulos como “Nuestro padre San Damián” o “El obispo leproso” lo que se llamó novela lírica: obras en las que la trama cede terreno a una elaborada descripción de ambientes y a un exquisito tratamiento de la psicología de los personajes. También fue importante Ramón Pérez de Ayala, cuyo afán innovador dio lugar a la llamada novela intelectual (“Tigre Juan”, “Belarmino y Apolonio”), donde la acción no es lo más importante sino los diálogos y las ideas que en ellos se defienden, así como el carácter alegórico de sus personajes. Merece ser recordado Ramón Gómez de la Serna, prolífico autor que introdujo el espíritu vanguardista y trasgresor en nuestro país. Aunque sus obras puedan parecer algo joviales (“Las greguerías”, por ejemplo), y de un cosmopolitismo superficial (las novelas) laten en ellas un espíritu trágico que tiene como protagonista la soledad radical del individuo.
     Por último, hay que hacer referencia al gran poeta Juan Ramón Jiménez, que si por edad y por algunos rasgos puede pertenecer a este grupo, la importancia de su obra desborda sus fronteras. Andaluz, hipersensible y volcado hacia la poesía en cuerpo y alma, su larga trayectoria suele dividirse en tres etapas. Hasta 1915 cultivó un estilo próximo al Modernismo, de largos versos, sonoras y rimas y lenguaje lujoso. Títulos significativos son “Arias tristes” o “La soledad sonora”. Luego se inclinó hacia la poesía pura, intelectual, sin anécdota, estilizada y perfecta, más cerca del verso libre, de la austeridad de recursos y de las innovaciones vanguardistas (“Diario de un poeta recién casado”). Es por ella que se le incluye en este grupo. A partir de la guerra y el exilio cultivó la que él llamó “poesía suficiente”, en títulos como “La estación total” o “Dios deseado y deseante”, una poesía de carácter metafísico, hermética y personal, presidida por un Dios que a veces es la naturaleza y otras la conciencia del poeta.
En definitiva, podemos considerar el Novecentismo como un movimiento inaugural de lo específico del siglo XX, quizá sin figuras de primer orden, salvo el inclasificable Juan Ramón, con más brillo por su esfuerzo teórico que por sus frutos literarios. Por otro lado, hay que reconocer en el impulso innovador de las Vanguardias la nueva concepción que tenemos hoy del arte como campo de la experimentación y de la libertad radical. Con ellos, se puede decir, nace lo que llamamos arte contemporáneo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Joder muchas gracias por ser así de claro y breve, me ha ayudado un montón :)