Comentario de texto columna de opinión


“Todas”

Impresionante polvareda la que ha levantado el informe de la Real Academia sobre el Sexismo Lingüístico, como evidenciaba ayer el estupendo reportaje de Winston Manrique. El texto de Ignacio Bosque que ha originado la zapatiesta es magnífico y no tiene nada que ver con las rancias gracietas de esos articulistas que se creen ocurrentísimos al escribir “miembros y miembras”. La lengua es como la piel de la sociedad; se adapta a los repliegues del cuerpo colectivo y sigue fielmente sus cambios. Es un tejido vivo que no puede modificarse por decreto: los ortopédicos tropezones de los “compañeros y compañeras” no son más que feísimas verrugas que, de seguir creciendo desordenadamente, terminarán por convertir nuestro cuerpo social en un deformado hombre (mujer) elefante. Es verdad que el lenguaje es sexista, porque la sociedad también lo es. Cuentan las profesoras de párvulos que a los muy pequeños hay que decirles “todos” y “todas”, porque, si no, las niñas no se sienten aludidas. O sea: no es algo natural, sino un orden impuesto y masculino. Pero eso no se arregla con voluntaristas verrugas verbales, sino modificando la realidad. Porque el lenguaje se va adaptando a esos cambios: hace seis años, al comienzo de las bodas homosexuales, nos chocaba que un hombre llamara a otro “mi marido”, pero hoy ya no. Porque refleja una realidad. Yo ya no uso “el hombre” como genérico, porque me chirría. Utilizo “el ser humano” o “los humanos” y las frases quedan, creo, más naturales, porque la sociedad ya ha dejado eso atrás. A veces, estando muchas mujeres con un solo hombre, se nos ha escapado sin querer un “todas” y nos hemos reído. Quién sabe, quizá en el futuro la concordancia se hará con el género que más abunde en cada momento. Pero, de ser así, saldrá naturalmente; y me temo que antes tendríamos que haber cambiado mucho.

Rosa Montero. El País 3/3/2012


1 a) Tema:
Este texto trata sobre la forma de evitar el sexismo o machismo en el lenguaje.

2 b) Análisis de los rasgos lingüísticos o estilísticos:
El texto ante el que nos encontramos es fundamentalmente argumentativo. Por ello, la función del lenguaje dominante es la expresiva. Relacionada con ella vemos enseguida algunos rasgos lingüísticos. En primer lugar, la presencia de primeras personas (“me chocaba”, “yo ya no uso”), particularmente en verbos de opinión (“me temo”, “creo”). Otro rasgo que muestra la subjetividad de la autora es el léxico valorativo, también llamado modalizado. Adjetivos como “impresionante”, “magnífico”, “rancias”, “estupendo”, sustantivos como “”verrugas”, “hombre elefante”, verbos como “chirriar”, superlativos como “ocurrentísimos”, “feísimos”, son ejemplos todos ellos de palabras marcadas ideológicamentes. Podemos añadir a esto el empleo de modalidades oracionales distintas a la enunciativa (“quizá en el futuro la concordancia se hará…”, “Quién sabe…”).
No obstante, la autora opina sobre hechos de actualidad, por lo que la función representativa también está presente y se traduce en algunos rasgos como las frecuentes palabras textuales entrecomilladas (“miembros y miembras”, “mi marido”, “todas”), presencia de nombres propios (“Winston Manrique”, “Ignacio Bosque”) o referencias literales a títulos como “El sexismo lingüístico”.
Aun así, quizá lo más llamativo sean algunos rasgos de estilo, relacionados con la función poética. No hay que olvidar que estamos ante una columna de opinión, género que favorece la libertad creativa. A este respecto hay que mencionar abundantes figuras retóricas como símiles (“La lengua es como la piel de la sociedad”), metáforas (“Es un tejido vivo”), metonimias (“Decreto” por “Real Academia”), aliteraciones (“verrugas verbales”), hipérbatos (Impresionante polvareda la que se ha levantado). También son frecuentes las expresiones formadas por un edjetivo antepuesto al nombre que califica: “rancias gracietas”, “ortopédicos tropezones”, “voluntarista verruga”... Además, por su vinculación con el tema, el sexismo, aparecen sonoras opsiciones de géneros: “miembros y miembras”, “compañeros y compañeras”, “todos y todas”...
Por último, no podemos ignorar, ya que el texto gira alrededor del lenguaje, la importancia de la función metalingüística, con infinidad de términos entrecomillados, y otros que caen dentro del campo semántico de la lengua, algunos incluso técnicos: “Real Academia”, “Lingüístico”, “lengua”, “lenguaje”, “verbales”, “genérico”, “frases”, “concordancia”, “género”, etc.

1 c) Tipo de texto:
Por los rasgos lingüísticos señalados y por las funciones del lenguaje presentes podemos afirmar que se trata de un texto de tipo ensayístico-argumentativo. Al ser el tema de actualidad, dada su extensión y la firma de la autora, no es difícil deducir que se trata de la columna de opinión.


2) Resumen
En este texto, la autora sostiene que efectivamente en el lenguaje abundan las expresiones sexistas y es algo que hay que evitar. Pero ello debe hacerse no a través de mandatos de la Real Academia ni deformando la naturalidad del lenguaje especificando los dos géneros en cada frase, sino cambiando la realidad social, erradicando el sexismo de ella. Cuando la realidad cambie, afirma, cambiará también el lenguaje.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como seria el comentario critico?