Ánimo
Según la encuesta que sacó EL PAÍS el domingo, el 86%
de los españoles tenemos en nuestra familia o círculo de amigos más cercanos a
alguien en el paro. A veces, en los días peores, como hoy, me invade una
sensación apocalíptica y me parece que esta crisis es una pandemia, una de esas
pestes arrasadoras que cada vez van infestando a más personas, hasta
alcanzarnos a todos y rebanarnos las piernas y el corazón.
Llevo tiempo pensando en escribir un artículo alegre
que no mencione ni una sola vez la palabra crisis, pero ¿cómo hacerlo cuando
esa crisis se agolpa alrededor? ¿Y cuando acaban de morir, abandonadas como
perros, una madre y su hija discapacitada? ¿O cuando apenas han pasado cinco
días desde que Amaya Egaña, la ex concejala socialista vasca, se tirara por la
ventana al ser desahuciada? Lo cual, por cierto, me parece que fue un acto
político. Abrió con el portero automático a los funcionarios del juzgado y se
arrojó al vacío: no sólo había desesperación, sino también la determinación de
hacer un alegato. Y ha servido para algo. La inmolación de Amaya, el enorme
dolor social, la rebelión ética de los jueces y la condena de Europa están
empezando a poner coto al horrible abuso de los desahucios. Pero esta batalla no
ha hecho más que empezar: no sólo hay que seguir exigiendo que nadie más pierda
su casa, sino que hay que hacer algo con las 400.000 familias que ya la han
perdido y que, en muchos casos, siguen esclavizadas a sus bancos con deudas de
por vida.
En fin, ni siquiera la Gran Peste de 1348, la más
devastadora de la historia, acabó con los humanos. Somos bichos tenaces. No hay
que resignarse: sigamos reclamando lo que es justo aunque sea con los corazones
remendados y patas de palo. Ni un desalojo más. Saldremos adelante.
Rosa Montero
El País, 13 /11/2012
1)
Haga un comentario del texto que se propone contestando a las preguntas
siguientes:
a)
Enuncie el tema (0,5 ptos.):
El tema de este texto es el problema de
los desahucios en España causados por la crisis.
b)
detalle las características lingüísticas y estilísticas del texto (1,25 ptos);
Son varias las formas de abordar un
comentario de texto. Aquí se va a hacer atendiendo a las funciones del
lenguaje, teniendo en cuenta el tipo de texto que analizamos. Al ser un texto
argumentativo, la función que sobresale es la expresiva. Efectivamente, la
autora defiende una tesis y lo hace mostrando muchos rasgos de subjetividad. En
primer lugar, el uso de primeras personas (“Llevo tiempo pensando”, “me
invade”, “sigamos reclamando”) y además con verbos de opinión (“me parece”).
Relacionado con esta función también hay que señalar el léxico modalizado o
valorativo, sobre todo adjetivos (“sensación apocalíptica”, “peste arrasadora”,
“horrible abuso”), pero también sustantivos (“pandemia”, “inmolación”) y verbos
(“agolpa”, “infestando”). Tampoco son neutras las abundantes preguntas
retóricas (“¿Cómo hacerlo cuando esa crisis se agolpa alrededor?”).
Por otro lado, el texto está conectado
a la actualidad y apoyado en algunos datos objetivos. Aparecen cifras precisas
(“86%”, “400.000 familias”), nombres propios (“Amaya Egaña”, “El País”), fechas
(“1348”), la secuencia narrativa del suicidio de la ex concejal… Todos ellos
son rasgos lingüísticos propios de la función referencial.
Se detecta la presencia de la función
apelativa en la intención de la autora de, por un lado, animar a sus
conciudadanos a encarar la crisis con valentía y con fe, con expresiones
exhortativas (“Saldremos adelante”, “No hay que resignarse”) y por otro, de
movilizar a la gente para que exija sus derechos, para que se alce ante la
injusticia con expresiones imperativas (“Hay que seguir exigiendo”, “sigamos
reclamando”, “Ni un desalojo más”).
No podemos pasar por alto los rasgos
estilísticos que relacionamos con la función poética. Es un texto publicado en
un periódico, por lo que el estilo es formal, pero al alcance del gran público.
Consecuentemente con la libertad expresiva que permite el género de la columna
de opinión, podemos detectar numerosas figuras retóricas como metáforas (“somos
bichas tenaces”, “corazones remendados”, rebanarnos las piernas”),
comparaciones (“abandonadas como perros”), enumeraciones (“La inmolación de
Amaya, el enorme dolor social, la rebelión ética de los jueces y la condena de
Europa”), las propias preguntas retóricas, contrastes (frases larguísimas junto
a otras muy breves: “Y ha servido para algo”.
Por último, hay que advertir que es un
texto de gran coherencia, vertebrado por el tema de los desahucios, y
cohesionado por una estructura nítida y tradicional (tres párrafos que
corresponden a la introducción, al desarrollo de la argumentación y a la
conclusión) y con algunos conectores que facilitan la comprensión: “Pero”, en
el segundo párrafo, “En fin” en el último.
c)
Indique qué tipo de texto es (0,25 ptos.)
Por
los rasgos lingüísticos analizados podemos afirmar que se trata de un texto
argumentativo. Además, por la actualidad del tema, la extensión y la firma del
autor, cabe deducir que es una columna de opinión.
2)
Redacte un resumen del contenido del texto. (1 p.)
En este texto, el autor expresa su
espanto por las dimensiones de la crisis económica. Se centra en una de las
consecuencias, a su modo de ver, más dañinas: los desahucios. Relata cómo una
ex concejal socialista se suicidó por esa causa y ello ha hecho reaccionar a la
sociedad y a los jueces, pero reclama una solución para los 400.000 que ya han
tenido lugar. Termina exhortando al lector para que se sume a la oposición a
esta práctica.
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